En términos concretos, el sensor exterior parece una pequeña caja colocada fuera de tu casa (en la pared de tu vivienda), conectada a tu sistema de calefacción central: una caldera o una bomba de calor, por ejemplo. ¿Su papel? Mide la temperatura exterior, para comunicárselo a tu dispositivo. Así, tu caldera podrá adaptar su ajuste según la climatología, y anticiparse a las necesidades de calor de tu hogar.
De hecho, un dispositivo de calefacción respeta lo que se llama una ley del agua: es decir, el principio de modificar la temperatura del agua de calefacción en función de la temperatura exterior. Esta ley del agua es diferente para cada tipo de calefacción y evita el sobrecalentamiento o el subcalentamiento. En definitiva, conseguir que una vivienda se beneficie de una calefacción adaptada a tus necesidades, en función del calor o frío exterior.
¿Cómo funciona el sensor exterior?
Un sensor exterior funciona electrónicamente: registra datos meteorológicos utilizando un sensor, luego los transmite al sistema de control de temperatura en forma de señales eléctricas: en cierto modo, el sensor envía la temperatura a tu caldera o bomba de calor siguiendo el siguiente tipo de mensajes: “hace frío afuera, calienta más” o “hace más calor, baja la velocidad”.
¿Qué beneficios te aporta este equipo?
Como habrás entendido, gracias a un sensor exterior, tu sistema de calefacción central adapta su funcionamiento a las condiciones climáticas. Eso significa que:
- Ganas en comodidad en casa: la temperatura en tu hogar es más agradable y adaptada a tus necesidades durante todo el año.
- Ahorras energía: al evitar el sobrecalentamiento en casa y las diferencias excesivas de calor o frío, ¡se ahorra tanto gas como electricidad! Se estima que, gracias a un sensor de temperatura externo, puedes bajar tu consumo de energía entre un 10 y un 20% aproximadamente.
- Al mismo tiempo, estás haciendo algo por el planeta: ¡menos calefacción también significa menos emisiones contaminantes!
Estas son las principales ventajas que un sensor exterior aporta a tu día a día: ¡beneficios que sin duda pueden hacerte la vida más fácil!
¿Cómo se instala un sensor exterior?
¿Dónde se debe poner?
El dispositivo debe instalarse en una de las paredes exteriores de tu casa, orientada al norte o incluso al noreste, esto es para evitar que el sol distorsione los datos transmitidos. Para evitar cualquier mala lectura, también es preferible que la sonda se eleve al menos a dos metros del suelo, en un lugar desprotegido y lejos de cualquier fuente artificial de frío o calor: parece obvio, ¡pero un error puede ocurrir rápidamente!
Ten en cuenta que esto es ideal, si bien es preferible respetar todos estos criterios, tu sensor exterior puede, en la mayoría de los casos, seguir funcionando normalmente si uno de ellos no es rastreado.
¿Cuánto cuesta?
Un sensor exterior con cable suele costar entre 50€ y 90€ impuestos incluidos, mientras que un sensor inalámbrico es un poco más caro: entre 100€ y 200€ aproximadamente. Pero también debes pensar en el precio de la instalación, que varía en función del comerciante que vayas a utilizar: por lo general, tendrás por lo tanto un total de entre 200 y 400 € impuestos incluidos por tu sensor de temperatura exterior, equipo e instalación incluida.