Para abordar este tema, daré un ejemplo muy banal, refiriéndome a nuestro automóvil. Cuando viajamos en coche estamos acostumbrados a activar mediante un botón o una pequeña rueda el sistema de climatización, sistema que nos permite ajustar automáticamente la temperatura a bordo, permitiéndonos en algunos casos también diferenciar la condición entre conductor y pasajero, por ejemplo, variando la dirección y la intensidad del chorro de aire. Damos todo esto por sentado, ¿verdad?
Donde normalmente pasamos mucho más tiempo de nuestra vida, es decir en casa y/o en la oficina, en cambio no pensamos para nada en la importancia de poder “controlar” las condiciones climáticas de los ambientes…
Tomemos el ejemplo del invierno, y hablemos solo de calefacción, para simplificar un poco las cosas, simplemente encendiendo la calefacción solo cuando sentimos (o percibimos) frío, apagándola en consecuencia una vez que se alcanza una condición de «demasiado calor», ciertamente implica una fluctuación importante de la temperatura de nuestra casa, al imponer un consumo extra a nuestro sistema, al mismo tiempo que empeora el confort de vida… ¡Lo absurdo es que este tipo de gestión nos da la ilusión de haber ahorrado gas! Te aseguro que no es así…
En general me gusta poner el ejemplo del conductor… Trata de ir en coche en el camino de la oficina a casa, acelerando y frenando continuamente y al día siguiente trata de hacerlo manteniendo una velocidad bastante constante, quizás cercana a la velocidad media que caracterizó tu ruta del día anterior, tras lo cual compruebas la aguja de tu depósito… Intenta adivinar…
La termorregulación, es decir, la posibilidad de regular y gestionar la temperatura de cada estancia, nos permite no sobrecargar demasiado nuestro sistema de calefacción, permitiéndonos alcanzar unos estándares de confort muy superiores a una gestión fluctuante.
Válvulas termostáticas para la termorregulación
Quienes estén experimentando la obligación de instalar válvulas termostáticas en este periodo tendrán la oportunidad de probar en su propia piel este nuevo concepto de gestión del calor. En la práctica, el encendido del sistema y la temperatura de los cuerpos calefactores se gestionaran completamente de acuerdo con las necesidades del entorno individual, mientras que el generador de calor (que podemos llamar con seguridad la caldera) enviará agua caliente a los radiadores a una temperatura que depende del frio que realmente hace afuera. Hablar de termorregulación solo limitándonos a las válvulas termostáticas es muy limitante, a la fecha existen varios sistemas para manejar la temperatura, y no solo, dentro de cada ambiente de la casa, obviamente en base a las situaciones será necesario evaluar el sistema más adecuado.
Termostatos inteligentes para la termorregulación
Ahora existen sistemas «inteligentes», basados en principios muy simples e intuitivos, que le permiten ahorrar energía simplemente manejando la caldera de tal manera, por ejemplo, para alcanzar la temperatura deseada de una habitación determinada, en el momento solicitado, en tiempos más largos para contener el consumo de energía (de hecho, si quieres 20 °C en el dormitorio y el baño a las 6:30 de la mañana, la caldera no se puede activar (a la potencia mínima) dos horas antes, garantizando el resultado cuando sea necesario, ¿Correcto?
Para las segundas residencias existe la posibilidad, desde hace un tiempo, de controlar todo el sistema a través de un smartphone o Tablet. En este caso, la función de la tecnología es principalmente simplificar la vida, obviamente si no es para nosotros es absolutamente mejor evitar y cambiar a sistemas más simples, pero aún funcionales.
Se podría decir que, en principio, incluso tomando la más simple de las unidades de control de termorregulación del mercado, ciertamente es capaz de optimizar significativamente la gestión de un sistema de aire acondicionado, contribuyendo a una reducción sustancial del consumo y el consiguiente aumento del confort.